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Luisa Pernalete

Educadora, promotora de la convivencia pacífica y la defensa de los DDHH

Luisa Pernalete | Confieso que cuesta cortar el hilo de “lo mal que está la cosa”. Esta semana, por ejemplo, después de leer la entrevista a Lorent Saleg queda uno en estado de shock. ¿Es posible tanta crueldad? O después de ver cada día los Ruta Chivo, como se les dice a las “perreras” en Barquisimeto – ambas denominaciones ya hablan de la deshumanización cotidiana -, o  simplemente, ver las colas para surtirse de gasolina, las protestas por gas doméstico, escenas diarias en un “país petrolero”, o la gente hurgando en la basura a ver qué come… en fin cuesta pensar en otro hilo.

Pero tuve la suerte, o la bendición, de seleccionar para mis lecturas matutinas la Revista SIC, correspondiente a sep/octubre  2018 y el rostro se me iluminó: “Verdad, belleza y bien”, se lee en la portada, y luego el editorial… si, confieso ahora que su lectura  me introdujo en otro hilo, el de lo deseable, necesario y “posible” en Venezuela para crear muros de contención a la deshumanización y generar movilización social, y hasta empecé a recordar escenas que me dicen que hay semillas del Reino esparcidas cerca de uno.

Después de enumerar piezas de deshumanización – cada quién puede hacerlo y encontrará decenas – se preguntan los compañeros de SIC: “¿Cómo responder alternativamente desde la acera de enfrente?” y me encantó la respuesta: “Lo primero que hay que tener claro es no responder con la misma moneda” Y recuperé una frase mía que suelo apuntar: Si nos comportamos iguales, somos iguales, y se trata de cambiar este estado de cosas.

Entonces comencé a recodar algunos aprendizajes de esta semana de unos niños de una escuela de Fe y Alegría  en Barquisimeto.  Una niña de primer grado reconoció que a veces se harta de los niños  que la molestan y el otro día le dio un coscorrón a uno… “pero lo mejor es perdonar y me disculpé” y lo dijo muy seria. Y otra de su misma edad, dijo, “lo mejor es hablar”. Un niño de 6 grado dijo que conocía padres que le pegan a las mamás, mamás que le pegan a los padres “pero también conozco mamás que no pegan”. O sea, la cosa es compleja y hay que saber mirar todo. Unas niñas de 11 años dijeron admirar a una compañera que inspiraba paz en el salón, y otras dijeron que admiraban a maestro JPT (un artista plástico que da clases de pintura los sábados  al grupo de Las Flores de la Esperanza). Unos adolescentes/ varones dijeron que ellos lavaban platos, barrían la casa, lavaban ropa, igual que sus hermanas y nadie se rió de ellos. Es más, 8 de 10. Y así, fueron pasando por mi mente imágenes de niños y niñas y adolescentes que están respondiendo distinto a ese entorno deshumanizado.

Y sigo con el Editorial de SIC. Para buscar la verdad, dice: “Mantener una actitud propositiva, no reactiva, creando espacios para escucharnos, deliberar, acordar, negociar, compartir aprendizajes…” Multiplicar micro espacios democráticos, dicen…  Yo imaginé escuelas en donde niños, niñas, adolescentes, educadores y madres y padres, se puedan sentar a escucharse. “Mejor hablar”, como dijo la pequeña. “Hay que dar el ejemplo”, dijo una madre de esa misma escuela.

En este apartado, los amigos de SIC dicen que, frente a la amenaza de acabar con la Constitución de 199, organizarnos para defenderla será una oportunidad. Y ya me salió la primer estrofa para la navidad de este año: “Al Niño Jesús/pido en oración/ que no abandonemos/ la Constitución”

Sigue SIC, ¿Qué significa la búsqueda y la construcción solidaria de la belleza? No es necesario que enumeremos aquí el deterioro del país que arruga el corazón. La basura por todos lados, la falta de agua… Ante eso, “es necesaria la construcción solidaria de la belleza, que implica encuentrosreflexiones, diseño de propuestas acordadas y encaminadas a acciones comunitarias concretas” Eso anima mucho, y contribuye al tejido social, a la identidad…Y nos moviliza socialmente

Y finalmente ¿Qué significa la construcción solidaria del bien? Pues “Vencer el mal a fuerza de bien… El bien nos hace bien”. Yo digo que hasta por egoísmo legítimo. Hacer cosas buenas eleva nuestros niveles de serotonina. No se trata de tranquilizar las conciencias ni de maquillar la crisis humanitaria compleja. Se trata de “amar al prójimo como a ti mismo”.

Gracias a SIC por este número. Gracias a los niños de la Escuela de Fe y Alegría Monseñor Romero por sus enseñanzas. Y termino con esta estrofa de Benjamín González Buelta SJ: “¿Cómo entregarse/ por lo pequeño/ sin ver con ojos nuevos/ la utopía del Reino/ en el brote germinal/ que apenas rompe/ la cáscara del miedo?” (Semilla del Reino)

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