Marino Alvarado | La tortura en Venezuela acumula innumerables historias de sufrimiento. Pocas veces contadas y conocidas. Hay casos emblemáticos y bastante difundidos en el pasado y en el presente. El asesinato mediante tortura del estudiante Noel Rodríguez de la Universidad Central de Venezuela en 1973 o el del dirigente político Jorge Rodríguez en 1976 o más reciente, el asesinato del capitán de fragata Rafael Acosta Arévalo asesinado en 2019.

En 202 páginas y bajo el título “Ahora van a conocer el diablo” se recoge el testimonio de 10 presos políticos torturados en los últimos años en Venezuela. Los propios torturados o sus familiares como en el caso del Concejal Fernando Albán, narran el horror vivido. Como lo dice el propio texto, no es un libro feliz. Es un libro para la historia que no se debe ni puede borrar. En un libro para conocer mejor lo vivido en tiempos recientes y proponernos que no se repita.

Según la organización de derechos humanos Provea desde 1998 ha logrado individualizar a 2.065 víctimas de tortura; 56,65% de los casos han ocurrido durante la gestión del actual gobierno. En ese mismo periodo fueron asesinadas mediante tortura 255 personas 40 de ellas entre 2018 y 2020.

Cifras que aterrorizan y mucho más cuando van acompañadas de testimonios del dolor sufrido por quienes lo sintieron en su cuerpo o por sus familiares porque las víctimas no sobrevivieron para contarlo.

Golpes en diversas partes del cuerpo, asfixia con bolsas plásticas en la cabeza con gases tóxicos, punzadas con alfileres en los pezones acompañadas de descargas eléctricas, entierro de alfileres debajo de las uñas o despegar las uñas, introducción de objetos en ano o vagina, introducir la cabeza en recipientes llenos de estiércol, simulacros de fusilamiento, colgar durante horas de los brazos y acompañar con otros maltratos físicos. Además, torturas psicológicas con muchos días de aislamiento, amenazas de violación, de torturas a familiares son parte de los métodos de tortura de policías y militares.

Hombres y mujeres sometidos a tortura por diversos cuerpos policiales, pero principalmente por la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) y por el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) y el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC).  Los que actualmente gobiernan tienen en sus filas unos cuantos Pedro Estrada, aquel conocido torturador en tiempos de Marcos Pérez Jiménez.

Venezuela tiene una ley para prevenir y sancionar la tortura. Una ley que es solo letra. Ni se previene ni se sanciona.

La impunidad estructural existente en Venezuela es uno de los factores principales para que sean miles las víctimas de la tortura.

Cada página de las 202 las cuales recogen los diez testimonios de víctimas de tortura en un homenaje a ellas y cada una de las personas que han padecido la tortura. Es una obra para la memoria, para no olvidar. Es también un aporte para la esperanza de justicia. Llegará el día cuando se impondrá la verdad y la justicia.

Quienes se acostumbraron al abuso de poder y causar dolor, deberán rendir cuentas.