Para José Cheo Carvajal, estos últimos 20 años se han llevado en materia ciudadana entre atropellos y buenas prácticas, como la construcción de una ciclovía en Caracas, acción que considera fue aplastada «por un elefante» gubernamental que poco lucha por hacer ciudad. 

En Venezuela la lista de violaciones a los derechos humanos es extensa y arropa casi cualquier sector, vulnerando las condiciones de vida de sus habitantes. Es así como parte de esta lista la conforman los derechos ciudadanos, que se han visto atropellados, dejados de lado y con pocos defensores en la inmediatez de hacer denuncias, dar repuestas y articular a los ciudadanos de manera ágil y creativa.

Con esta iniciativa nació Laboratorio Ciudadano, una organización que se autodefine como la «idea de una ciudad integrada, sustentable y segura en sus variables social, urbana, ambiental y económica. Una plataforma para la incidencia y la transformación, con capacidad de articular esfuerzos con escuelas, comunidades, entes públicos, iniciativas privadas y otras organizaciones sociales».

Desde su punto de vista la ciudad se entiende «como el más importante espacio para la diversidad, la inter-subjetividad y encuentro cultural, la integración social, el emprendimiento y la realización humana», entre los integrantes de esta organización basada en Caracas está José «Cheo» Carvajal.

Quien lucha por una ciudad para «la gente», tal como lo describe su cuenta en Twitter, en la que también se declara en contra «de dispositivos antipeatonales».

Como parte de la alianza informativa TalCual y el Programa de Educación-Acción en Defensa de los Derechos Humanos (Provea), Cheo Caravajal nos cuenta por qué Caracas dejó de ser una ciudad moderna y cómo se dio el fracaso en la integración de las zonas populares a la ciudad, esto última una iniciativa que impulso el fallecido expresidente Hugo Chávez, como uno de sus estandartes de evolución.

– ¿Es Caracas una ciudad moderna? Si la respuesta es no, ¿Qué le falta para serlo?

-Supongo que te refieres a una ciudad actualizada en términos de infraestructura y tecnología. Pues en algún momento Caracas tuvo una destacada imagen por su desarrollo de infraestructura, como el sistema de vías rápidas y sus espectaculares distribuidores. Pero ese “desarrollo” en parte es responsable de tener una ciudad partida por la mitad y de tener el río apenas como si fuese una rémora del coloso de concreto.

Mucho mejor fue apostar al Metro, que sí que transformó en su momento la idea de transporte público, al que luego se le integró el subsistema Metrobús, que debió haber crecido mucho más en cobertura, pero se quedó pasmado. Luego el Metrocable puso en escena (a un costo altísimo) la necesidad de trabajar el problema de movilidad en los barrios.

Esa ciudad no ha hecho más que deteriorarse, retroceder. Si le sumas a eso las enormes fallas de conexión a Internet, tienes un panorama que pocos se atreverían a catalogar de “moderno” o “avanzado”.

– ¿Cuáles han sido esos avances y retrocesos de las ciudades en Venezuela durante los últimos 20 año?

-Hay muchos retrocesos y avances mezclados en estos 20 años, expresados en proyectos que quedaron a medio camino, como lo que describí en relación con el sistema Metro, que es una suma de deterioro, proyectos costosísimos que superan los costes de similares en otros países, además de planes de expansión de cobertura paralizados.

De pronto apareció la buena conciencia de crear ciclovías y algunas peatonalizaciones por una casta política incapaz de bajarse de sus camionetas último modelo. Y vino Haiman El Troudi a deforestar para ampliar la Francisco Fajardo, montando su enorme pata de elefante hasta en la ciclovía que había hecho la Alcaldía de Caracas.

Aquel expresidente que dijo que convertiría La Carlota en parque nos legó un “peor es nada”, en medio de un territorio que sigue siendo controlado por militares y aeropuerto particular de gente con mucho poder económico.

El avance más importante para mí, cuestionado por haberse hecho a los trancazos, tanto en el diseño arquitectónico como en su implementación, fue la construcción de vivienda masiva en puntos que deberían generar más mezcla social, asunto medular para tener ciudades sostenibles.

–  ¿Es la violencia un factor determinante en la situación actual de las ciudades en Venezuela?

-Las ciudades, sobre todo cuando son muy desiguales e injustas, terminan siendo muy violentas. Ese es nuestro caso. Si, además, desde el Estado se tiene una visión más punitiva, represiva, que de creación de oportunidades, esa violencia se va ramificando y complejizando. Agrégale a eso que todo empeora desde una visión machista sobre la producción y gestión de lo urbano.

Eso es lo que tenemos. Y de esa realidad muchas veces se hace “fiesta” desde un periodismo que hurga más en los hechos en sí, que en las causas y las consecuencias de esa violencia. Eso ha cambiado bastante, abriendo desde el periodismo campo para otras narrativas que compiten, logrando contrapesos ciudadanos al miedo que se quiere imponer como única realidad.

– ¿Es posible una ciudad mejor sin ciudadanos preocupados y activos en lograrlo?

-Justamente, es definitiva la reflexión, la acción y la organización ciudadanas para transformar esa realidad compleja que es la sociedad y la ciudad, que es el laboratorio por excelencia de lo social. Cómo entre organizaciones ciudadanas se crean redes y sentido político para el cambio. Uno que, además, no responda a la polarización construida a pulso y deliberadamente durante estos 20 años.

Todo indica que en los tiempos que corren esa participación organizada será crucial para nuestro futuro, como ciudad y como país.

– ¿Cree qué se han cumplido las propuestas de un inclusión de integrar las zonas populares «barrios» a la ciudad?

-No creo que se haya trabajado seriamente en el reconocimiento del barrio como parte de la ciudad, ni en su integración en términos más físicos, de conexiones tangibles, borrando fronteras. Creo que la polarización política desde el Gobierno más bien apuntó a mantener al barrio separado, como delimitando un territorio político, su coto, nutrido por la exacerbación del conflicto de clases sociales. Y proponer formas de integración apunta, justamente, a la despolarización.

Y un ejemplo claro, y contradictorio con esa exaltación del pobre como capital político, son los operativos letales de las FAES en los barrios.

Otra forma de desconocimiento del barrio como ciudad es lo que se vio en la obra del bulevar César Rengifo del Cementerio: toda la transformación ocurrió en la tradicional Calle Real, que no tocó ni un milímetro hacia las calles que conectan este bulevar con los barrios que lo rodean.

– ¿Las ciudades de Venezuela cuentan con ciudadanos?

-Las ciudades de Venezuela están llenas de ciudadanos que lamentablemente no son reconocidos como tal por el Estado, que de hecho viola muchos de sus derechos, y trata de convertirlos en cómplices forzosos de una visión autoritaria y antidemocrática. Pero también, hay que decirlo, muchos de esos ciudadanos, no adscritos a la visión autoritaria que hoy controla la renta y el territorio, tampoco le reconocen ese estatus de ciudadano, con plenos derechos, a muchos que hoy conviven en desventaja en nuestras ciudades.

Lo que quiero decir con esto es que el Estado no es el único responsable en esa onda que resta derechos y excluye a muchos de la ciudadanía.

– He visto en sus redes sociales una nueva iniciativa denominada #HiloAndante, ¿Cómo nace y cuál es su objetivo?

-El Hilo Andante es mi nuevo proyecto periodístico, desde la calle, ahora en el marco de la organización a la que pertenezco, Ciudad Laboratorio. Nace para nutrir con contenidos periódicos y muy vivos la web de ciudlab.com

Se inscribe en la misma lógica de observar la ciudad desde la calle, desde el cuerpo, desde el andar, que ya estaba presente en el semanario EnCaracas (2004-2005), y en la página de Caracas a pie (El Nacional, 2007-2014). Vocación peatonal comprometida con una ciudad sostenible e integrada.

Para la alianza Tal Cual – Provea.