Otra vez, los colectivos paramilitares del gobierno nos corrieron violentamente del centro de Caracas mientras protestábamos de forma no violenta. Esta vez fueron más que golpes y empujones: nos lanzaron encima, a maestrxs, activistas y periodistas, potes llenos de excrementos y orina. Luego nos corrieron del lugar con la paz de la que ellxs hablan: la paz de los golpes, de las patadas, de los empujones, la paz de la humillación, mientras respirábamos y probábamos el sabor de ese chorro de «paz». Paz de mierda.

Reconocimos a varios miembros del colectivo paramilitar cuando, minutos antes de agredirnos y a pocos metros de donde estábamos con nuestras consignas y pancartas, conversaban tranquilamente con efectivos de la Policía Nacional Bolivariana. Después de esa conversación, la PNB se retiró en silencio y los colectivos paramilitares comenzaron la agresión. Los mismos miembros nos persiguieron a nosotrxs y a lxs periodistas que estaban cubriendo la protesta e intentaron robarles sus equipos.

Estábamos allí, en el Día del Maestro, con maestrxs y otras personas pertenecientes al gremio educativo, alzando nuestras voces por el salario digno que nadie tiene en Venezuela. Habíamos salido de la misa que tuvo lugar en la Catedral de Caracas, y protestábamos en la Esquina La Torre, en la entrada de la Plaza Bolívar.

No nos cansaremos de decirlo y practicarlo: transformaremos esta indignación y este dolor en fuerza para seguir resistiendo la opresión. Hasta que hagamos política de una manera diferente. Hasta que la dignidad se nos vuelva costumbre.

LaboCiudadano, 15Ene

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