En ocasión de la Jornada de Reflexión Ciudadana realizada en el Palacio de las Academias Nacionales en el mes de mayo del 2019, con motivo de la celebración del Día Internacional de la Convivencia en Paz, nuestro recordado y extrañado amigo, el Dr. Pedro Nikken, señalaba:

(…) negociar no es un pecado, lo que es un pecado es matarse, lo que es un pecado es destruirse, lo que es un pecado es mantener esta situación inaceptable que está viviendo el pueblo de Venezuela. Entonces… hay que decirlo, hay que decirlo sin miedo. Por eso digo, el tema es que nos paraliza el miedo, el miedo a las redes sociales, el miedo a la mala fe del otro. Bueno, efectivamente todas esas cosas están allí, pero estando todas esas cosas allí, sin embargo, si uno está convencido de que el único camino para que Venezuela pueda salir del atolladero en este momento y hacia el futuro es revivir nuestra capacidad de entendernos; no solamente para salir de esta crisis, sino para la futura gobernabilidad del país, entonces realmente seríamos absolutamente irresponsables si no lo decimos con la voz más alta posible”.

Estas palabras de Pedro Nikken no solo están vigentes, como todo su pensamiento y sus enseñanzas, sino que son aún más relevantes hoy y cobran mayor significado en estos tiempos de pandemia. Nos conminan a asumir la responsabilidad de hablar en voz alta.

El pasado sábado 4 de abril salió a la luz pública un documento promovido por ciudadanos, organizaciones y movimientos sociales que impulsamos el Diálogo Social, dinámica relacional de diversos sectores de la sociedad civil, un proceso abierto e inclusivo para sumar la mayor cantidad de voces que garanticen la participación de la diversidad de actores políticos y sociales en la recuperación de la democracia en Venezuela.

Quienes la impulsamos hemos considerado hacer un llamado urgente a todos los sectores políticos, militares, económicos y sociales del país, activado por múltiples articulaciones de la sociedad civil venezolana y arraigado en el más alto compromiso con la protección de la humanidad de toda la población. El fin es convocar a la acción consciente, la sensata disposición y el deber inexcusable de todos los sectores del país, primordialmente los que tienen responsabilidad en la toma de decisiones, a fin de llegar a los acuerdos que permitan abrir un cauce a las capacidades requeridas por la nación para proteger los derechos a la vida, a la integridad, a la salud, a la seguridad y a los medios de subsistencia de la población venezolana, gravemente amenazados por la pandemia Covid-19 en el contexto de una emergencia humanitaria compleja.

El documento ha suscitado un debate público, lo cual ya es un gran logro en un ambiente como el venezolano muchas veces cerrado a la pluralidad y al reconocimiento de los otros, premisa previa y fundamental para llegar a consensos comunes reales. La mayoría de quienes sostienen este diálogo coinciden en que las catorce recomendaciones hechas son pertinentes y necesarias; unos señalan diferencias desde el punto de vista político, algunos cuestionan la pertinencia del planteamiento en los actuales momentos y otros encuentran en el documento que se distribuyen responsabilidades equitativas en los actores políticos de gobierno y oposición. Así como éstas, se han planteado una diversidad de miradas y lecturas sobre el documento en redes sociales, debates vecinales, artículos de opinión y otros medios. El presente texto va dirigido a ellos, a quienes motivados por él han expresado sus ideas y materializado ese Diálogo Social que proponemos. Gracias por escucharnos y alimentar el debate público en torno a la iniciativa.

Voy a pedirle al maestro Rafael Cadenas que su poema Ars Poética nos acompañe, junto a las palabras de Pedro Nikken, para ampliar contenidos y, sobre todo, para que nos ayuden a transmitir el espíritu que nos motivó a hacer pública la iniciativa.

Queremos sostener nuestras palabras, como dice el poeta, y que se mantengan como un latido, y queremos sostenerlas con el temblor que nos produce el miedo a no decirlas y con el firme compromiso de sus proponentes con la denuncia, documentación y difusión del proceso de deterioro sistemático de las condiciones de vida y la garantía plena de los derechos humanos en el país, así como con nuestro hacer cotidiano en la lucha por la restitución del Estado de derecho y la Democracia en Venezuela, para Que cada palabra lleve lo que dice… sin adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni añadir brillos a lo que es.       

Nos gustaría compartir con los lectores algunas consideraciones que guiaron el espíritu la propuesta.

El documento no tenía la intención de pasar revista al desempeño de los actores políticos y por eso no hay ningún señalamiento al respecto en el mismo. El texto se limitó a hacer un llamado a los actores políticos que tienen hoy la responsabilidad en la conducción del Estado, así como a la Asamblea Nacional, y los distintos sectores sociales a asumir la responsabilidad histórica de abrir los caminos que permitan adoptar medidas urgentes, efectivas y necesarias para preservar la vida de la mayoría vulnerable a los graves impactos de la pandemia COVID-19.

Esta propuesta no debería ser apreciada aisladamente y descontextualizada de todo el trabajo desarrollado por la gran heterogeneidad de expresiones de la sociedad civil venezolana, la cual ha señalado enfáticamente a la cúpula gobernante su responsabilidad en el desmantelamiento institucional y patrimonial del país, causando la emergencia humanitaria compleja que hoy padece la población venezolana.

Ha sido la sociedad venezolana en sus diversas vertientes ciudadanas y democráticas la que ha contribuido a que los órganos de protección internacional de derechos humanos tengan un mandato activo en el seguimiento a sus graves y generalizadas violaciones y que la comunidad global haya comprendido la Emergencia Humanitaria Compleja que durante los últimos años viene sufriendo la mayoría de las poblaciones y comunidades en el país.  El trabajo constante de múltiples sectores de la sociedad permitió la instalación del mecanismo para activar una respuesta humanitaria en Venezuela, a pesar de la persistente negación y satanización de esta respuesta por parte de quienes hoy se arrogan el poder. 

No se trata tampoco de poner el debate político en cuarentena ni de posponer la recuperación de la democracia. Se trata de construir estrategias urgentes para la gestión del conflicto, centradas en la protección de la vida y la dignidad de las personas en Venezuela, así como de desarrollar acciones consecuentes con estos objetivos.  Para ello es necesario asumir que, para dar una respuesta adecuada de asistencia y protección ante la pandemia, tanto quienes controlan las instituciones, como quienes tienen el respaldo y la legitimidad ante la comunidad internacional, deben poner sus capacidades al servicio de la atención urgente de la emergencia agravada por la pandemia. Por eso exhortamos a los actores políticos y a los distintos sectores sociales a asumir la responsabilidad que el momento nos reclama. Y si bien el llamado nos incluye a todos, no por ello nos carga de iguales responsabilidades, ni sobre el pasado ni sobre el futuro, pero sí nos demanda a todos acciones perentorias para darle amparo a la población. El momento exige hacer el máximo esfuerzo para responder de forma efectiva a la pandemia Covid-2019 mediante un acuerdo plural e inclusivo de todos los sectores y la cooperación de todas las partes.

Existe plena consciencia de lo que ha sucedido en el país, como se ha hecho saber con la voz más alta posible, pero estando todas esas cosas allí, sin embargo, recordando y parafraseando a Pedro Nikken, no podemos tener miedo de demandar un entendimiento, para lograr acuerdos por la gente y por la vida, estando convencidos de que el único camino para que Venezuela pueda salir del atolladero en el que se encuentra es reviviendo nuestra capacidad de entendernos, nuestra capacidad de ponernos de acuerdo. Y esto requiere, según sus palabras, que avancemos más allá de todo lo que hoy nos divide.

Avanzar requiere que hagamos consciencia de que no existe una única verdad. La verdad y   las exactitudes aterradoras que demanda cada uno de los sectores en el documento son, justamente, las que generan las diferentes visiones e interpretaciones de nuestra realidad y de los procedimientos necesarios para transformarla y sobre las cuales es necesario un diálogo auténtico. Las causas y responsabilidades sobre el estado de la nación y las razones profundas por las que el conflicto apareció entre nosotros siempre suscitarán gran polémica. Hay muchos elementos que provienen de raíces históricas y políticas sobre las cuales no hay un consenso y probablemente nunca lo habrá. Por eso la tarea de entendernos y establecer la paz es un proceso complejo de escucha y comprensión al que debemos embarcarnos con la mayor generosidad, sabiendo inclusive que nos llevará años lograrlo.

El día de ayer 1° de junio recibimos la esperanzadora noticia de que ambos actores han escuchado el clamor de la sociedad y han construido un primer acuerdo de cooperación con acompañamiento de la Organización Panamericana de la Salud, con el fin de fortalecer la respuesta al Covid-19 y trabajar coordinadamente en la búsqueda de recursos financieros que contribuyan al fortalecimiento de las capacidades de respuesta para atender la emergencia agravada por la pandemia, con atención a las siguientes áreas prioritarias:

. Detección de casos activos de Covid-19 mediante el diagnóstico de laboratorio.

. Tratamiento oportuno y adecuado de los casos confirmados.

. Aislamiento supervisado de los casos sintomáticos y cuarentena de los contactos.

. Protección del personal de salud.

. Vigilancia epidemiológica, análisis de la información y reportes de la situación.

. Comunicación de riesgo para la adopción de medidas por la población.

Felicitamos a ambos actores por su disposición para la construcción de acuerdos y los conminamos a seguir trabajando con compromiso y verdadera voluntad política en el proceso de entendimiento que el país les demanda, con el fin de construir un Acuerdo Nacional inclusivo y, por tanto, una solución integral al conflicto político.

Venezuela y nuestra gente, en especial la más vulnerable, nos reclama generosos, por encima de las palabras, las emociones, las razones que nos poseen. Debemos darle la cara al conflicto cuanto antes, asumir la responsabilidad compartida sobre el futuro, detener la multiplicación de las víctimas y encaminar al país, sin más demoras, hacia una sociedad de justicia, garantías y derechos para todos por igual.

Ars poética
Que cada palabra lleve lo que dice.
Que sea como el temblor que la sostiene.
Que se mantenga como un latido.

No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni
 añadir brillo a lo que es.
Esto me obliga a oírme. Pero estamos aquí para decir verdad.
Seamos reales.
Quiero exactitudes aterradoras.
Tiemblo cuando creo que me falsifico. Debo llevar en peso mis
palabras. Me poseen tanto como yo a ellas.

Si no veo bien, dime tú, tú que me conoces, mi mentira, señálame
la impostura, restrégame la estafa. Te lo agradeceré, en serio.
Enloquezco por corresponderme.
Sé mi ojo, espérame en la noche y divísame, escrútame, sacúdeme.

Rafael Cadenas