En Venezuela las marchas y concentraciones han sido las formas típicas de protestas utilizadas para reclamar y denunciar situaciones que vulneran derechos. Durante 2017, año en que las protestas fueron masivas en todo el país, al igual que la represión por parte del Estado venezolano, muchas personas se replantearon estas formas de protestas y comenzaron a buscar alternativas que no fueran violentas e intentando no perder vidas humanas en la exigencia de derechos.
Si bien es cierto que existen organismos e instancias cuyo mandato es proteger los derechos de la población, también es cierto la falta de garantías en el acceso, respuestas y una ausencia de protección de derechos, atención y soluciones a los reclamos. Ante esto, han surgido estas formas alternativas de protestas para visibilizar y denunciar estas situaciones de violaciones, como el ejemplo de los viacrucis para denunciar las fallas en los servicios públicos, la realización de murales hasta performances en calles o plazas del país.
Para entender un poco más sobre la protesta creativa y no violenta conversamos con Seymar Liscano, activista y conectora de gente e ideas en el Labo Ciudadano, desde mayo de 2017. Seymar co-diseña y co-produce las actividades regulares del Laboratorio y su desarrollo como espacio de reflexión, formación y puesta en acción de diferentes dispositivos de agitación.
¿Cómo nace el Labo Ciudadano?
Nace en las olas de protestas de 2017, a raíz de dos encuentros sobre protesta no violenta que se realizaron en la Librería Lugar Común. Unos encuentros organizados por Cheo Carvajal y Jaime Cruz, porque existía esa inquietud de protestar de otra manera, porque teníamos de algún modo, distintos grupos dentro de la protesta: estaba la resistencia, los partidos políticos y nosotrxs, un grupo de personas que quería hacer otra cosa, pasar de ser solo cuerpos en una marcha. Queríamos accionar de otras maneras y expresarnos sin violencia, en unas protestas que se estaban volviendo cada vez más violentas por causas como la represión policial que iba en aumento y que a su vez generaba reacción violenta y muchísimos muertos.
Así comienza esa inquietud de reunirnos para pensar en estas otras formas. Con la idea de Cheo Carvajal y Ángel Zambrano también, quien iba con una libretica anotando a todo el que quería continuar reuniéndose después de esos talleres. Allí empezamos a reunirnos todos los jueves, en cualquier lugar que nos prestaran, como en el Centro Cultural Chacao que nos daba una sala, en ese entonces era otro país. En casas de amigos o en donde pudiéramos nos reuníamos y venían distintas personas e invitados para que dieran alguna charla de no violencia y así nace el Labo.
El Labo nace como un colectivo de activistas que ahora se ha transformado en un laboratorio de innovación social que busca restituir y fortalecer el tejido social, habilitando espacios de encuentro, reflexión y experimentación colaborativa. Exploramos formas de ocupar y defender el espacio público cívico venezolano y desafiar la fragmentación social que viene acumulando la sociedad venezolana tras décadas de violencia estructural y polarización política.
¿Cuáles formas de protesta no violenta fueron encontraron?
Las piloneras y Dale Letra fueron colectivos formados con los que articulábamos desde el Labo en ese momento. El bus Tv por ejemplo, nace dentro del Labo, por esa inquietud con lo performático y lo teatral, sumado a la preocupación de que las noticias no estaban llegando a quienes no tenían internet. Y con un marco simulando la televisión dan las noticias en los autobuses.
Durante el camino hemos conocido a muchísima más gente que tiene otros haceres, y otros a los que no hemos llegado a conocer pero que tienen formas de propuestas impresionantes, como el Colectivo Hambrientos de Mérida o quienes hicieron peces del Guaire, y sacaron aquella pancarta gigante que decía “salimos del Guaire llenos de consciencia”, entonces teníamos esas referencias en el Labo. O Las Comadres Púrpuras con quienes nos fuimos juntando posteriormente.
Creamos también el Parasistema y fuimos conociendo personas de otros territorios con prácticas de activismo artístico.
¿Cuál es para ti la importancia de la protesta no violenta para la exigencia de derechos?
En 2017 estábamos muy ávidos de investigar sobre la no violencia, mucho de nosotros no la conocíamos como método y su teoría, pero teníamos esa inquietud y comenzamos a ver cifras que indicaban que los cambios que se realizan con violencia no duran mucho, al poco tiempo se genera una inestabilidad, en los casos donde el deseo es transcender hacia gobiernos democráticos. Los cambios son sostenibles en la medida que son pacíficos. La violencia solo trae más violencia y se vuelve una cadena de violencia.
Cuando veo hacia atrás y veo la cantidad de personas que murieron en las protestas para mí no tuvo ningún sentido en tenerlos como mártires y llevarlos a la piedra del sacrificio. Desde el Labo nos dimos cuenta también que no tenía ningún sentido, que se trataba de una guerra asimétrica, si lo miramos desde ese punto de vista militar, era una lucha entre personas sin armas de verdad luchando contra cientos de policías recontra armados. No había forma de ganar esa batalla.
Eso nos fue dando varias razones por las cuales no era estratégico tener una lucha violenta por ningún lado, no era sostenible, era un sacrificio innecesario e imperdonable. Es algo que no le perdono a los políticos involucrados en ese momento.
La no violencia es crucial y esencial para nosotrxs. Estamos ante un Estado al que debemos hacerle un funeral, que nos dio la espalda y que su estrategia es esa y no respetar los derechos humanos, sino hacer todo lo contario.
Desde el Labo creemos en la necesidad de la movilización y en el tejido entre personas para algo en específico, como forma de hacer incidencia pública y generar presión para la exigencia ante los autoritarismos como el nuestro. Pensamos en otras estrategias de movilización y de ocupar el espacio.
La protesta es una necesidad que nace de la individualidad y llega al colectivo, pero creemos en las acciones que planteen soluciones como el caso de Plantado Caracas, quienes protestan en contra de las talas de árboles asesinas que hay en Caracas, y que no solo van al Ministerio a denunciar, sino que realizan caminatas, hacen conteo y plantan árboles.
¿Cómo compararías la protesta creativa de 2017 con las de los últimos años?
En 2017 había mucha esperanza de un cambio y había muchísimo movimiento, fue un momento de germinación y florecimiento de cosas que comenzaron como iniciativas y pequeñas protestas y que hoy en día se convirtieron en organizaciones, en tejido.
Si hablamos de protestas y creatividad todavía nos queda muchísimo camino por andar.
Hay una mezcla de factores, en 2017 había esperanza, pero ahora estamos en un momento muy distinto, de reacomodo, de millones de personas fuera del territorio, de personas enfocadas en la sobrevivencia, porque no queda de otra. El contexto mismo hace que sea difícil, no se puede imprimir mil stickers y pegarlos en el metro, por ejemplo.
Hay dificultad en adquirir los recursos materiales que pudiéramos tener para activar formas de protestas alternativas, llamativas y por otro lado el tema de la represión, porque vivimos en un país militarizado.
Para quienes desean realizar protestas creativas, ¿qué recomendaciones les darías?
1) Identificar el desafío, preguntarse: ¿cómo podríamos hacer para que…?
2) Imaginarse lo que sea, sin frenarse por imposibilidad de…como falta de dinero, gente, etc. Permitirse el momento de la creatividad, escribir todo, aunque sean cohetes a la luna.
3) Luego, ¿qué se puede hacer? Elegir la idea más chévere y factible. Ajustarla a lo real posible más cercano a lo ideal.
4) Probar, sin miedo a equivocarse.