Los resultados expuestos en este Reporte preliminar muestran que la inseguridad alimentaria es una situación que amerita una respuesta urgente y eficiente. En general, observamos que se reitera la tendencia de los datos arrojados por la Encuesta sobre Seguridad Alimentaria de 2018, tanto en adultos como en niños y adolescentes.
Casi la totalidad de los hogares de Maracaibo tienen una opinión negativa sobre su situación económica. Esta circunstancia es apenas un indicador sobre las dificultades para satisfacer las necesidades básicas de la vida cotidiana, entre ellas, una alimentación adecuada.
En consideración a los datos de la Encuesta sobre Seguridad Alimentaria en Maracaibo de 2019, las poblaciones más vulnerables son las que corresponden a los estratos D y E, así como las wayuu y afrodescendiente.
Entre las parroquias más afectadas, se replican los resultados en Bolívar, Manuel Dagnino y Venancio Pulgar, y se suman Antonio Borjas Romero, Cristo de Aranza, Luis Hurtado Higuera y San Isidro, sobre todo en relación con los adultos.
Los datos del cuestionario ELCSA, incluido en nuestra Encuesta, evidencian que, alguna vez, en los últimos tres meses, por falta de dinero u otros recursos, 84,9% de hogares reportó preocupación porque los alimentos se acabaran; 8 de cada 10 hogares se quedó sin alimentos; en 8 de cada 10, los adultos dejaron de tener una alimentación saludable; en 8 de cada 10, los adultos tuvieron una alimentación basada en poca variedad de alimentos; en 3 de cada 4, los adultos dejaron de desayunar, almorzar o cenar; en 8 de cada 10, los adultos comieron menos de lo que debían; en 8 de cada 10, los adultos sintieron hambre pero no comieron; y en 2 de cada 10, los adultos comieron solo una vez al día o dejaron de comer durante todo un día.
La situación de niños y adolescentes también es preocupante, siendo las parroquias Antonio Borjas Romero, Caracciolo Parra Pérez y Cristo de Aranza, aquellas donde su vulnerabilidad es mayor. Los datos de nuestra Encuesta relativas al cuestionario ELCSA indican que, alguna vez, en los últimos tres meses, por falta de dinero u otros recursos, en 7 de cada 10 hogares, niños y adolescentes dejaron de tener una alimentación saludable; en 7 de cada 10, niños y adolescentes tuvieron una alimentación basada en poca variedad de alimentos; en 5 de cada 10, niños y adolescentes dejaron de desayunar, almorzar o cenar; en 7 de cada 10, niños y adolescentes comieron menos de lo que debían; en 6 de cada 10 se disminuyó la cantidad de comida servida a niños y adolescentes; en 6 de cada 10, niños y adolescentes sintieron hambre pero no comieron; y en 1 de cada 10, niños y adolescentes comieron una sola vez al día o no comieron nada durante todo un día.
Asimismo, encontramos que en 1 de cada 4 hogares no se desayuna, y en 3 de cada 10 hogares no se cena. El desayuno, como la cena, consiste en un plato de arepa, queso y margarina, mientras que los alimentos más comunes en el almuerzo son el arroz y la pasta.
Entre tanto, 6 de cada 10 hogares afirma que el alto costo de los alimentos afecta su accesibilidad. Las carnes de res y de pollo, son los más sacrificados en la dieta por su alto costo y/o escasez. Según nuestros datos, desde octubre de 2018 a septiembre de 2019, el precio del kilo de carnes de res (de primera, de segunda y costillas) aumentó 17.725%, mientras que el de carnes de pollo (pollo entero, pechuga, muslos, alitas) se incrementó 16.836%.
El ingreso de las familias es insuficiente para comprar alimentos. 5 de cada 10 hogares declaró ingresos de Bs. 200.000 o menos (equivalentes a USD 13,03 para la fecha de la encuesta, USD 10 en el momento en que se publica este reporte), y gastos para alimentarse entre Bs. 200.001 y 500.000 (USD 13,03 a 32,56 en agosto, USD 10 a 25 en la actualidad).
Esta incapacidad de las familias para valerse por sí mismas demuestra los problemas que experimenta la mayoría de hogares para acceder a alimentos, en particular, los proteicos como las carnes. La hiperinflación, así como la serie de fallas estructurales en los servicios, obliga a las familias de Maracaibo a comprar a diario en el lugar más próximo: 6 de cada 10 hogares adquiere sus alimentos en abastos; 5 de cada 10, lo hace a diario; y 6 de cada 10, dedica 2 o menos horas a la semana para adquirir alimentos.
La ayuda de emigrantes es importante para el sostén de los hogares: 5 de cada 10 recibe ayuda mensual de sus familiares en el exterior, y 4 de cada 10 percibe entre USD 11 y 50. En contraste, los programas de asistencia económica del Estado venezolano han demostrado ser insuficientes, pues no aportan, en el mejor de los casos, más allá de USD 8 al mes. Además, en el último año quedó corroborado que el programa CLAP es inviable: según nuestra Encuesta, ningún hogar la recibió cada mes, y mucho menos, cada quincena —que se supone es la frecuencia de distribución de las cajas subsidiadas de alimentos.
La responsabilidad del Estado venezolano por la inseguridad alimentaria en Maracaibo es incuestionable. Diseñar e implementar un plan que dé respuesta inmediata a esta problemática es un asunto perentorio, procurando la asesoría técnica de expertos en el área, y debe incluir el desarrollo de programas de promoción de mejores hábitos alimenticios y de recuperación nutricional, con prioridad en la atención de las poblaciones más vulnerables. A la par, deben establecerse medidas orientadas a fomentar la producción nacional de alimentos, tal como ordena el artículo 305 de la Constitución, como política necesaria para restablecer la seguridad alimentaria.
La Encuesta fue realizada en 800 hogares pertenecientes a todos los estratos socioeconómicos en las 18 parroquias que conforman el municipio Maracaibo, entre el 16 y el 24 de agosto de este año, tomando como referencia el cuestionario de la Escala Latinoamericana y Caribeña de Seguridad Alimentaria (ELCSA).