Cecodap visitó el departamento colombiano y pudo constatar la situación de la infancia y adolescencia en la tercera zona fronteriza con más venezolanos migrantes
El retorno a una vida normal es a la vez desesperanza y añoranza para los niños migrantes en Arauca. Esta población es una de las más olvidadas en el fenómeno migratorio venezolano. sin embargo, es el departamento fronterizo, entre Colombia y Venezuela, que alberga a más migrantes.
El Centro Comunitario de Aprendizaje (Cecodap) visitó la región en la primera semana de julio. Allí constató que en Arauca, 13% de la población está conformada por venezolanos, lo que significa 37.815 personas que abandonaron su hogar en el país, según datos de Migración Colombia para el 31 de marzo de 2019.
El último informe público del ente que revisa la movilidad en Colombia, registraba que Arauca tenía 11% de su población conformada por migrantes venezolanos para finales de 2018. En números netos, eran 29.757 migrantes. Significa entonces que en tres meses, la región recibió a 8.058 venezolanos más.
Se trata de familias completas que cruzaron la frontera, en su mayoría por falta de acceso a los alimentos en Venezuela. “Nos encontramos con padres y madres que vieron en la migración una estrategia de supervivencia y un mecanismo para garantizar el alimento a sus hijos; sin importar las situaciones adversas a las que pudieran estar expuestos como: hacinamiento, insalubridad, violencia y explotación”, indicó el abogado Carlos Trapani, coordinador general de Cecodap.
Él y Abel Saraiba, psicólogo y coordinador en Cecodap del Programa Creciendo sin Violencia, realizaron un trabajo conjunto con Save The Children Colombia para analizar las condiciones de vida y la situación de los derechos de las niñas, niños y adolescentes venezolanos en Arauca; así como brindar formación sobre estrategias de cuidado al cuidador a todo el equipo humanitario de la organización internacional.
“Descubrimos que éste es el primer departamento en Colombia con mayor proporción de venezolanos para la densidad poblacional local”, afirmó Saraiba. Agregó que a diferencia de La Guajira, Arauca es percibido como un lugar de destino y no solo de tránsito; de hecho, los niños esperan que ese sea el punto para establecerse. En Arauca se verificó mayores condiciones de pobreza con el agravante de la presencia de grupos armados irregulares como el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Infancia venezolana en Arauca
Durante el viaje, la añoranza y desesperanza de los niños fue un sentimiento palpable. “Vimos niños tristes por la separación de las familias, pero con esperanza de retomar sus actividades rutinarias. Extrañan su escuela, su comunidad y sus amigos; principalmente extrañan a sus abuelos”, dijo Trapani.
Una de las historias que esconde el departamento de Arauca es la de Alberto*, soldador, un venezolano oriundo de Valencia, estado Carabobo, al norte del país, que junto a otros cuatro hombres de su círculo familiar decidieron migrar hasta Arauca para conseguir el sustento de los suyos.
Alberto tomó tres autobuses para salir de Venezuela y una vez en territorio colombiano, pagó cinco mil pesos para cruzar el río y llegó al malecón de Arauca: la parada obligatoria para los venezolanos. Escuchó del Forum Libertador, lo buscó y lo encontró. Es el espacio dedicado a los asentamientos de migrantes en el departamento fronterizo.
El primer empleo de los venezolanos en Arauca suele ser el reciclaje. Con el pago de este trabajo, Alberto pudo llevarse a su familia en menos de un mes. Por varios meses vivieron hacinadas 18 personas en un cuarto, dentro de un campamento de venezolanos. Hoy viven en una casa alquilada por Save the Children Colombia y con el sueño de tener condiciones dignas para toda su familia.
“Los hijos de Alberto también participan en la labor de reciclaje. Y ese, el trabajo infantil, es uno de los riesgos de nuestros niños en Arauca”, explicó Trapani.
Agregó que el fenómeno de los grupos irregulares está arraigado en la cultura colombiana de Arauca; pero no en la de los venezolanos. Esto convierte a los venezolanos, adultos y niños, en víctimas fáciles de captar y usar por los armados.
El reclutamiento por grupos irregulares, la explotación laboral, el uso de niños en actividades delictivas y la violencia familiar son los peligros que acechan a la infancia migrante en Arauca.
Espacios Save The Children
“Los venezolanos viven en sitios que no cuentan con servicios públicos, vialidad o condiciones apropiadas de habitabilidad. La mayoría se encuentra a orillas de afluentes del Río Arauca; es decir, es recurrente la afectación de las viviendas por anegación”, relató Saraiba.
En las poblaciones visitadas, Cecodap brindó formación y atención en autocuidado del cuidador y gestión de las emociones en contextos de emergencia a 56 personas del equipo de trabajo de Save The Children Colombia.
Aunado a esto, Cecodap conoció los espacios que Save the Children Colombia ofrece para la población migrante venezolana.
Se trata de los Espacios Temporales de Aprendizaje (ETA) y de los Espacios Amigables (EA). En el primero, hay un lugar de educación no formal que atiende a la niñez y adolescencia migrante no escolarizados, por un periodo de cuatro meses. En los EA los niños y adolescentes cuentan con apoyo psicosocial, orientado con estrategias lúdicas; actividades importantes debido a la ausencia de sitios recreativos para la población.
Atención a la emergencia humanitaria compleja
Además de este proceso, durante la visita a Arauca se intercambió información sobre la situación actual de Venezuela y las percepciones que existen sobre la emergencia; así como hubo oportunidad de sostener un encuentro con el Grupo Interagencial de Flujos Migratorios Mixtos, coordinado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
“Este encuentro nos permitió caracterizar a las familias venezolanas y entender cuáles son sus principales vulneraciones. También nos permitió ahondar en el análisis de los flujos migratorios en Colombia y cómo situaciones políticas y servicios públicos tienen un efecto directo sobre la movilidad del venezolano”, indicó Trapani.
La experiencia también fue una oportunidad de documentar, sistematizar y levantar datos correspondientes a la situación de la migración de niños, niñas y adolescentes venezolanos en la región que pronto serán publicados en un informe.