Desde el año pasado a esta fecha, han muerto cinco niños en el servicio de pediatría del Hospital Clínico Universitario de Caracas, no por la enfermedad sino por la falta de antibióticos
Miles de niños con cáncer mueren a diario por falta de fármacos requeridos para completar sus ciclos de quimioterapias. Lourdes Cedeño es la madre de Miguel Enrique Moreno, adolescente que actualmente sufre de leucemia linfoblástica aguda y relata lo que significa tener un hijo con una condición crónica de salud en un país sumergido en emergencia humanitaria compleja.
“Desde hace seis años a Miguel le diagnosticaron leucemia, lo estaban tratando en el Hospital Clínico Universitario de Caracas. Para ese tiempo la situación era diferente porque contamos con todos los medios para tratar la enfermedad. Lo hospitalizaron y le proporcionaban todas las quimioterapias y los antibióticos”, dijo Lourdes, aclarando que en la actualidad esta situación es totalmente distinta.
Miguel sufrió su primera recaída el año pasado y para ese momento el hospital estaba en unas condiciones deplorables. “Tuvimos 4 meses con él interno y la situación fue muy difícil. Logramos sacarlo de ahí y restablecer su salud, pero hace un mes, Miguel tuvo la segunda recaída, y aunque ya está en casa nuevamente tenemos que llevarlo al hospital constantemente para que reciba el tratamiento y esto también pone en riesgo su salud, ya que son altas las probabilidades de que contraiga una bacteria por las pésimas condiciones del hospital”.
La madre eleva su voz para que sea escuchado el clamor de muchas familias y las autoridades venezolanas no sigan omitiendo lo que está pasando en el sistema de salud y que pone en peligro tantas vidas, entre ellas, las de muchos niños y niñas.
“Lo único que tienen los hospitales es personal de salud con vocación; no hay antibióticos, quimioterapias, materiales descartables para poder utilizarlos, agujas, inyectadoras ni soluciones. Por favor, abóquense a los hospitales donde están los niños que son el futuro de nuestro país”.
Amnistía Internacional a través del sitio web Salida de Emergencia publicó que la mortalidad infantil aumento más de 30% en 2016 respecto a 2015.
Vidas por altas sumas de dinero
Diversos especialistas en el área de Hematología y representantes de ONG que defienden el derecho al acceso a la salud se han pronunciado, en los últimos cuatro años, sobre las fallas en el suministro de la mayoría de las medicinas necesarias para tratar el cáncer en el país y cómo esta situación se hace progresiva, al punto de que la existencia irregular, escasa y hasta tardía ha hecho que se pierdan muchas vidas.
“Desde el año pasado a esta fecha han muerto cinco niños en el servicio de pediatría del Hospital Clínico Universitario de Caracas, no por la enfermedad sino por la falta de antibióticos. La mayoría de los padres que vienen del interior del país a tratar a sus hijos son personas de bajos recursos y no pueden pagar las medicinas en el mercado negro. Esos niños han muerto por falta de tratamientos”.
Frente a las reiteradas denuncias, el gobierno venezolano responde que los retrasos de los fármacos se deben a las sanciones impuestas por los Estados Unidos y una guerra económica. Sin embargo, la escasez de medicinas se originó mucho antes de las sanciones, lo que también deja en evidencia la falta de voluntad en cuanto a las soluciones urgentes que se requieren para brindar oportunidad de vida a muchos niños que corren el riesgo de morir a causa de enfermedades prevenibles o tratables.
“Actualmente, Miguel se encuentra en un programa de inducción de quimioterapia. Todas las dosis debemos traerlas del exterior, es decir, de Colombia, España o Italia y esos costos lo hemos podido cubrir a través de la solidaridad de la gente, por medio de las redes sociales y campañas para recaudar fondos”.
La salud en Venezuela es un sufrimiento constante. Entrar a cualquier centro de salud es pensar en que la muerte podría estar cerca porque los altos costos de los insumos y medicamentos que hace más de cuatro años proporcionaba el Estado, ahora podría representar una sentencia de muerte para los niños enfermos.
“Una quimioterapia como la Vincristina o Metotrexato, al cambio en bolívares, nos costó 50 millones la semana pasada y Miguel necesita tres semanales (el salario actual de las personas en Venezuela ronda los 5 millones de bolívares). Estos precios aumentan rápidamente. Miguel necesita entre 3 a 4 ampollas semanales para poder mantenerse estable, eso equivale al menos 200 millones de bolívares solo en las quimios”, explicó la madre.
Lo mismo ocurre con los antibióticos que no existen en las farmacias ni en los centros de salud venezolanos, por lo que controlar cualquier infección resulta un reto para todas las emergencias pediátricas.
“Un antibiótico como la Bancomisina en el mercado negro venezolano puede costar 25 millones. Este medicamento es de 500 miligramos y, para que Miguel pueda estar estable, se deben utilizar dos ampollas en las mañanas y dos en la noche, que serían 4 ampollas diarias a 25 millones, son 100 millones de bolívares diarios, sin contar los otros tratamientos y exámenes de laboratorio que cuestan 150 millones de bolívares”.
¡Que no mueran más niños!
Son muchas las madres que están pasando por la misma situación de Lourdes, la mayoría de ellas no tienen la posibilidad de cubrir los altos costos. La desesperación de saber que en cualquier momento puede ocurrir lo peor las lleva a unirse en una sola voz: la de la exigencia de la activación de mecanismos de cooperación internacional y la atención inmediata ante la grave situación de la emergencia humanitaria compleja que se vive en Venezuela.
Miguel necesita trasplante urgente y en el país no hay bancos de médulas. La escasez de medicamentos puede hacer que emocionalmente las madres decaigan, ya que al no tener cómo sanar a sus hijos son más propensas a que se sientan en zozobra. “Nos vemos en la terrible situación de gastar lo que tenemos para salvar la vida de nuestros hijos”.
Para apoyar a Miguel solo debes seguir la cuenta @unasonrisaparamiguel y revisar las publicaciones que muestran los insumos que requiere. La solidaridad en medio de la emergencia humanitaria ha salvado muchas vidas en el país.
Gabriela Buada / Amnistía Internacional