Quienes hemos venido promoviendo la creación de un movimiento nacional para presionar por la renuncia de Nicolás Maduro, nos hemos encontrado con preguntas frecuentes. Resumo en las siguientes siete:
1) ¿En qué consiste la propuesta de renuncia de Maduro?
La crisis venezolana debe resolverse democráticamente, consultando al pueblo sobre cuáles deberían ser los destinos del país. Sin embargo, el principal obstáculo para la realización de elecciones libres y con garantías democráticas se llama Nicolás Maduro. La propuesta concreta es la conformación de una gran plataforma nacional, integrada por todos los sectores del país, que obligue a Nicolás Maduro a renunciar a la presidencia del país, para de esta manera aplicar lo establecido en el artículo 233 de la Carta Magna.
2) La renuncia de Nicolás Maduro no va a suceder, es utópico, es irreal…
Para responder esta pregunta queremos recordar las palabras del padre Luis Ugalde en su artículo “La enfermedad, el remedio y la ruta”: “Proponer abiertamente las vías de solución no es delito, pero sí lo es ocultar con cinismo, disimular con el silencio y agravar con la inacción”. En esta oración hay 4 elementos que destacamos: El debate franco y abierto, el ocultamiento cínico, el silencio para disimular lo que realmente se piensa y no se puede decir y, por último, la inacción.
Rápidamente descartamos el no hacer nada, ser espectadores pasivos de la situación, esperando que todo se resuelva en la “perfección de los tiempos divinos”. Apostamos al debate transparente, base de la construcción de alguna acción consensuada, contrario a algunos líderes de partidos políticos que han venido incurriendo en el apolítico silencio y ocultamiento. Algunos de estos voceros han pasado del doble-discurso -a) Promover el Referendo Revocatorio sin creer en su viabilidad; b) Apoyar públicamente las protestas y en secreto actuar para enfriarlas; c) Afirmar que no se participará en elecciones promoviendo individualidades para cargos de elección popular- al silencio. Muchas personas opinan que el mutis de una parte de la clase política, para no generalizar, responde al mismo sentimiento de incertidumbre que sienten muchos venezolanos, después de las elecciones del 20 de mayo. No sólo no creemos en este argumento, sino que sostenemos que precisamente el silencio se debe a que han optado por estrategias que no pueden verbalizarse públicamente.
¿Cuáles son estas estrategias? Pasamos a enumerarlas:
- a) La cohabitación. Siguiendo el mismo razonamiento que algunos tuvieron en el año 2013, cuando se sostenía que la crisis del país y las contradicciones internas imposibilitarían otro triunfo presidencial bolivariano en seis años. Esta estrategia plantea la acumulación de fuerzas en los próximos años, sacar la máxima ventaja posible de una recomposición de los actores opositores y no desgastarse en confrontaciones. Esta es la estrategia, que no pueden decir, de quienes están sacando cuentas para participar en un próximo certamen electoral, sin garantías y bajo la egida Constituyente. La cohabitación es la estrategia de quienes no califican al gobierno como una dictadura (o similares), y sostienen que aún se encuentra dentro del ámbito de la democracia.
- b) La transición por implosión (o por milagro). Otros voceros opositores afirman que el gobierno está llegando a tal punto de inviabilidad, debido a la crisis económica y las sanciones internacionales, que solamente cabe esperar la implosión, pues “el gobierno se tumba sólo”. Sin mover un dedo, repartiendo anticipadamente cargos electorales según el supuesto tamaño de los partidos. En estas circunstancias la observación no participante no es consecuencia de la perplejidad, sino de una estrategia política.
- c) El golpe de Estado:
- d) La invasión militar (o la “injerencia humanitaria”). Las dos últimas, declaraciones de impotencia política que nos abstendremos de comentar.
Tras colocar todas las cartas sobre la mesa, preguntamos ¿es la propuesta de renuncia menos factible que cualquiera de las anteriores?
3) Si las protestas del año 2017 no lograron que Maduro se fuera, por qué ahora sí pudiera ser posible
Las protestas del año pasado no pidieron la renuncia de Nicolás Maduro, sino las siguientes 4 peticiones: a) Calendario electoral b) Canal humanitario c) Respeto a la separación de poderes d) Liberación de los presos políticos. La propuesta es promover la diversidad de acciones, como un enjambre, con el punto único de la renuncia de Nicolás Maduro. La experiencia latinoamericana reciente posee diferentes episodios de la renuncia de primeros magistrados tras un proceso multidimensional de movilización ciudadana.
4) No es Nicolás Maduro el que debe renunciar, sino todo el chavismo en el poder
Lograr la renuncia de Nicolás Maduro sería el punto de quiebre de la coalición dominante, el eslabón más débil de la cadena, una salida negociada con el resto de los sectores del universo bolivariano, iniciando así un proceso transicional que haga posible que en algún futuro pueda actuar un verdadero sistema de administración de justicia y una auténtica Comisión de la Verdad. Nicolás Maduro es el principal responsable político de la serie de decisiones tomadas en el país desde el año 2013.
5) Exigir la renuncia de Nicolás Maduro es golpista
La falta permanente, como consecuencia de la renuncia, y con ello la convocatoria a elecciones a corto plazo es constitucional, presente en el artículo 233 de la Carta Magna.
6) Promover la renuncia obstaculiza cualquier proceso de diálogo y la convocatoria a próximas elecciones
Ya está sobradamente demostrado que para Nicolás Maduro el diálogo es un mecanismo para ganar tiempo y desmovilizar tanto a la sociedad venezolana como a la comunidad internacional. Salvo votar “No” para rechazar un nuevo proyecto constitucional, participar en elecciones con Nicolás Maduro en el poder es repetir las experiencias posteriores a diciembre de 2015, en las que el chavismo ha encontrado la fórmula para ganarlas siendo minoría política en el país.
7) Quien me garantiza que tras la renuncia de Nicolás Maduro el chavismo no lo sustituya y se mantengan en el poder
Nadie. Sólo el movimiento ciudadano en la calle haciendo respetar el procedimiento establecido en el artículo 233 de la Carta Magna. Si es antes de la toma de posesión, asume el presidente de la Asamblea Nacional y se realiza un nuevo proceso electoral en los 30 días consecutivos siguientes. Si es después de la toma de posesión, pero antes de los 4 años, asume el Vicepresidente Ejecutivo, obligado también a una nueva elección dentro de los 30 días siguientes. En cualquiera de los dos casos la Constitución establece, sin ningún espacio para la duda, que deben convocarse elecciones a corto plazo.
Rafael Uzcátegui Coordinador General de Provea.